Como
todos sabemos antes de coger un vuelo hay que salir de fiesta la noche
anterior. Vamos quemar la ciudad. Porque de todas formas así vas dormido y se
te pasa antes, ¿verdad? Además, ¡qué coño! Para despedirte bien de Asturias te
vas de sidras. Porque un Asturiano jamás a experimentado esos efectos adversos
que le atribuyen los cazurros, y que dejan los baños con olor a pino.
Pues
bien, me declaro oficialmente inglesa. Resaca, resaca, no tanta. Según me
levante un par de paracetamoles, un poco de ibuprofeno con algo de vit B12 y
mucha mucha agua hacen sus milagros. Pero había algo con lo que no contaba
hasta que… me comí la marañuela y descubrí una actividad extra dándoselo lugar
en mi barriguita.
Con
toda mi ilusión por coger un vuelo a las cinco y no tener que madrugar, me fui
al aeropuerto, a perfumar también sus baños que el de casa ya estaba un poco
congestionado. Yo que voy con casi dos horas para facturar en nuestro querido mini-aeropuerto.
Con toda la ilusión del mundo. Pasé los controles como la profesional que soy,
ya llevo hasta el piercing del ombligo pequeño para que no me pite. Me cojo un
asiento en una posición estratégica, cerca de la puerta, para de un salto
colocarme de las primeras y así desembarcar rápido y llegar pronto a abrazar a
mi amorcito (si, a novio, si)
Pero lo
que nadie se esperaba, y menos yo que había conseguido el segundo puesto detrás
de las familias y privilegiados. Es que el avión que acababa de aterrizar, había
pinchado…Que digo yo ¿Cómo pincha un avión? Pedazo de chincheta tuvo que
pillar. Que yo pensaba que las pistas de aterrizaje estaban bien asfaltadas, y
van a ser como la carretera de mi pueblo. Por la ventanita veíamos a Mister
chaleco amarillo saltado sobre la rueda, y pensábamos: nada cosa de diez
minutos. Pero cuando el piloto bajo a pista y nos mandaron volver a la sala de
espera, la realidad nos golpeó. Iba para largo.
Menos
mal que no me llaman la afortunada por nada. Porque mientras mirada a mí
alrededor buscando una pareja de viejetes a quienes confiarles mi maletita
mientras iba al baño. No os imagináis a quien encontré. (No no era ninguno de
los de gran hermano) ¡A Regaliz! Que no la veía desde el instituto. Así que las
seis horas de espera no se perdieron en vano. Eso sí llegué a casa con agujetas
en la lengua…Y eso que teníamos que hablar en inglés porque su novio ni papa de
Español, desde luego, como se le ocurre, con lo fácil que es aprenderlo…
Al
final Novio pago con un riñón el aparcamiento del aeropuerto, porque claro el
se comió las seis horas de retraso al otro lado del charquito. Eso sí, mató un
par de árboles comprándose un libro. Y se convirtió en un peligro al volante
cuando al día siguiente se fue a currar, conduciendo dos horas y media, cuando
el pobrecito había dormido cuatro. Animalito, que es la primera vez que le veo
que le cuesta levantarse. Y yo que pensaba que era una enfermedad mía, igual se
la estoy contagiando y todo.
Moraleja:
Nada de sidra antes de viajar, y llévate siempre un amigo por si el vuelo se retrasa
tener con quien entretenerte ^_^
Moraleja
para viajefácil: Ten una rueda de repuesto en cada aeropuerto, que te sale más
barato que mandar uno desde Madrid, ¡Babayu! (¡Animal!)
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