miércoles, 25 de enero de 2012

Resacón volador


Como todos sabemos antes de coger un vuelo hay que salir de fiesta la noche anterior. Vamos quemar la ciudad. Porque de todas formas así vas dormido y se te pasa antes, ¿verdad? Además, ¡qué coño! Para despedirte bien de Asturias te vas de sidras. Porque un Asturiano jamás a experimentado esos efectos adversos que le atribuyen los cazurros, y que dejan los baños con olor a pino.
Pues bien, me declaro oficialmente inglesa. Resaca, resaca, no tanta. Según me levante un par de paracetamoles, un poco de ibuprofeno con algo de vit B12 y mucha mucha agua hacen sus milagros. Pero había algo con lo que no contaba hasta que… me comí la marañuela y descubrí una actividad extra dándoselo lugar en mi barriguita.
Con toda mi ilusión por coger un vuelo a las cinco y no tener que madrugar, me fui al aeropuerto, a perfumar también sus baños que el de casa ya estaba un poco congestionado. Yo que voy con casi dos horas para facturar en nuestro querido mini-aeropuerto. Con toda la ilusión del mundo. Pasé los controles como la profesional que soy, ya llevo hasta el piercing del ombligo pequeño para que no me pite. Me cojo un asiento en una posición estratégica, cerca de la puerta, para de un salto colocarme de las primeras y así desembarcar rápido y llegar pronto a abrazar a mi amorcito (si, a novio, si)
Pero lo que nadie se esperaba, y menos yo que había conseguido el segundo puesto detrás de las familias y privilegiados. Es que el avión que acababa de aterrizar, había pinchado…Que digo yo ¿Cómo pincha un avión? Pedazo de chincheta tuvo que pillar. Que yo pensaba que las pistas de aterrizaje estaban bien asfaltadas, y van a ser como la carretera de mi pueblo. Por la ventanita veíamos a Mister chaleco amarillo saltado sobre la rueda, y pensábamos: nada cosa de diez minutos. Pero cuando el piloto bajo a pista y nos mandaron volver a la sala de espera, la realidad nos golpeó. Iba para largo.
Menos mal que no me llaman la afortunada por nada. Porque mientras mirada a mí alrededor buscando una pareja de viejetes a quienes confiarles mi maletita mientras iba al baño. No os imagináis a quien encontré. (No no era ninguno de los de gran hermano) ¡A Regaliz! Que no la veía desde el instituto. Así que las seis horas de espera no se perdieron en vano. Eso sí llegué a casa con agujetas en la lengua…Y eso que teníamos que hablar en inglés porque su novio ni papa de Español, desde luego, como se le ocurre, con lo fácil que es aprenderlo…
Al final Novio pago con un riñón el aparcamiento del aeropuerto, porque claro el se comió las seis horas de retraso al otro lado del charquito. Eso sí, mató un par de árboles comprándose un libro. Y se convirtió en un peligro al volante cuando al día siguiente se fue a currar, conduciendo dos horas y media, cuando el pobrecito había dormido cuatro. Animalito, que es la primera vez que le veo que le cuesta levantarse. Y yo que pensaba que era una enfermedad mía, igual se la estoy contagiando y todo.

Moraleja: Nada de sidra antes de viajar, y llévate siempre un amigo por si el vuelo se retrasa tener con quien entretenerte ^_^

Moraleja para viajefácil: Ten una rueda de repuesto en cada aeropuerto, que te sale más barato que mandar uno desde Madrid, ¡Babayu! (¡Animal!)

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