Cuando
estamos malos fuera todos quisiéramos estar en casa con nuestras madres. Pero yo he llegado a la conclusión
que eso está bien cuando tu conciencia esta obnubilada, vamos cuando uno tiene
gripe y delira con la fiebre.
Estaba
yo tranquilamente tumbada en el sofá, como llevo haciendo los últimos tres días
cuando:
LOKAMA –
Toma te he hecho un zumo con dos naranjas, un limón y una cucharadita de miel.
YO –
Jo, muchas gracias. Ponlo ahí, que ahora me lo bebo.
LOKAMA –
No, no, te lo tienes que beber ahora.
YO –
Voy, voy.
Mientras
tengo el vaso en mi poder. LOKAMA se queda de pie, enfrente mía y mirándome inquisitivamente.
Cosa que, por supuesto, a nadie pone nervioso.
LOKAMA –
Acábatelo ya que se le van las vitaminas.
LOKAMA –
Pues si te lo bebes sin vitaminas no te hago más. Porque total para que no lo
aproveches.
YO –
Jolín, ni que lo hubiera dejado posado una hora.
LOKAMA
- ¡Que te lo acabes, leches!
Y de
repente a una le viene un flashback de las noches de juerga y del maravilloso
genio que grita: HIDALGO HIDALGO HIJOPUTA EL QUE DEJE ALGO. Y claro a una se le
escapa una sonrisilla.
LOKAMA –No,
y ahora te ríes de mi. Una que se pasa el día aquí encerrada en casa, a tu
servicio 24 horas, sin poder ni salir a tomar un café con las amigas, como una
esclava, que ni me pagan, ni me dan las gracias, y todo para que a la reina no
le falte de nada, y así me lo agradeces. Tenía que haber hecho como tu
hadamadrina y haber criado perros en lugar de hijos, que al menos son más
agradecidos.
YO –
LOKAMA
LOKAMA
- ¿Y ahora qué quieres?
YO – Pásame
un valium que necesito echarme una siestecita.
LOKAMA-
Encima, drogadicta. ¡Qué joya me ha tocado!
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