sábado, 15 de enero de 2011


Pues otra consecuencia de este maravilloso país en el que habito ahora, es que el buen vino vale más que el oro, la sidra de la tierrina no se estila, y yo con una guiness voy cenada...Así que, mi tolerancia al alcohol ha decrecido tan alarmantemente que tras dos copas de moscato te canto el vino que vende asunción.
La peor consecuencias es salir de sidras con tus colegas de siempre, pero no te vas lejos no, que hace frió. Te bajas a la sidrería de debajo casa, donde va tu madre a comer el menú cuando pasa de cocinar.
Cuando la columna esta rodeada de sidras vacías, el suelo se mueve y la dueña a venido a decir que si puedes dejar de gritar debería darte una pista de que es hora de dejar de beber, pero noooooooooooooooooooooo Tú sigues...Que cuando ya estáis con los postres y los chupitos, quedáis solo dos en la mesa, mano a mano. Peculiar el sabor de mezclar baileys con sidra si, señor.
Luego llega el momento de confesiones y reflexiones varias, de las que una o dos personas de la mesa se acordaran y te restregaran para el resto de tu vida. Aunque después de pasarme por el tuenti, las fotos no son tan malas, los famosos deberían llevarse a PequeñoPoni de paparazi y saldrían mejor parados.
Luego llega el momento, pues yo tengo que sacar al perro. Te levantas de la mesa y te piras, en diciembre, en manga corta a buscar al perro para sacarlo. Gracias a Dios Novio todavía tiene media neurona y cuando vuelves heladita de frío te esta esperando a la puerta el bar con el abrigo.
Casualmente todos estaban ya en la puerta del bar...
Cuando te despiertas te preguntas de qué cojona hablaste ayer y rezas porque tu madre no quiera ir hasta tu próxima visita en la que esperas ya se les haya olvidado el cabreo contigo...Y la gran frase: YO NO VUELVO A BEBER...

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