jueves, 14 de abril de 2011

la malvada juicina (libro primero)


De todos es sabido mi relación amor-odio con mis muelas del juicio. Y mi digámoslo así, relación nula con los dentistas. Mi relato se remonta a los albores de la historia (véase junio del año pasado). Yo no tengo claro si aquí la individua (muela del juicio: “juicina”) tener tendrá juicio, pero a cabezonería no la gana nadie. Y empezó a abrirse paso ya por aquel entonces el dentista me dijo con toda la dulzura:

-Las cuatro muelas habrás de sacar, incierto futuro te auguro, pues lista de espera hallarás.

Marchándome al día siguiente a tierras lejanas, la pequeña gresca deje pasar. Poderosos caballeros Ibuprofeno y Paracetamol me ayudaron en mi andanza. Y hasta diciembre habríamos de llegar. Malas las comidas eran, y hambre pasábamos de vez en cuando, pero inseparables nos manteníamos. Hasta que una oferta nos hicieron.

-Las cuatros podrás liquidar de un hachazo, no más. Pero la presencia del gran brujo has de esperar.

En gran engaño quedó pues meses pasaron y nadie se nos apareció. La espera era larga y a veces dolorosa. Pero lo peor estaba por llegar. Con la entrada de la primavera la gruta cerrándose iba. Cada día la comida era más escasa. Y al llanto nos llevaba en las noches oscuras, despertándonos al alba. Paracetamol e ibuprofeno intentaban ayudar pero esta vez sus fuerzas no bastaban.

Necesitábamos a un héroe capaz de derrotar a juecina. Tres caballeros se achantaron…

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