domingo, 27 de febrero de 2011


Que tire la primera piedra el que haya ido a Paris y no se haya pasado por el Louvre. Ahora eso sí de todos es sabido que a mi me van los excesos. Y para probarlo las cuatro horazas que nos tragamos de museo. Que yo creo que no nos queda papelera ni señal de no tocar por ver. Ahora si mucha la culpa la tiene mi maravilloso sentido de la orientación.

- Esta estatua me suena...ahora toca un cuadro con una tia en tetas y...el cuadro doble!

- ¿Se puede saber por que te emocionas? O_o

- Es parte de la desesperación en breve salto por la siguiente ventana

- Pero si no tienen manillas para abrirse

- Pues eso, hacerlo a través de los cristales le da un toque más melodramático

- Si, con una drama queen uno nunca se aburre...

Pero si hasta vimos las habitaciones de Napoleón III, donde un señor argentino muy amable nos informó de que su mujer era española y había sido ella quien las había decorado. (Eso explica el estilo rococó de la entrada de mi casa, menos mal que ese tipo de genes se diluyen con el tiempo...)

Y para rematar acabamos en el jardín de estatuas...de nuevo

- A ratos tengo deja-vús

- Yo cada vez que decidimos dar un giro maestro para salir...

- Ahora se como se siente la gente en el desierto...

- ¿Vamos a morir?

- No, pero me sacrificaré por los dos, voy a lamer esa estatua...

- ¡No! creo que acabo de ver el cartel de salida...

- ¿Por qué si él es el cegato siempre lo ve todo ¬¬_? ya me jodio la diversión...

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